Cuando era chiquita, Barbie me enseñó que yo podía ser todo lo que quisiera ser, y yo no sólo me lo creí, sino que decidí que iba a serlo todo: cantante, estrella de cine, diseñadora de moda, astronauta, monja y vendedora de llaveros.
Treinta y tantos años después, entendí que tengo pánico escénico, que una papa frente a una cámara tiene más gracia que yo, que viajar al espacio implica demasiadas matemáticas, que el universo era demasiado vasto para encasillarlo en mi crianza católica y que los llaveros no son precisamente mi pasión. Pero algo en mí nunca cambió: las ganas de hacerlo todo.
Esas ganas me llevaron a escribir sobre cine, música, viajes y gastronomía, escribir guiones de ficción para dramas verticales, a hacer joyería, accesorios y libretas hechas a mano, y a la par, a explorar otras formas de contar historias: a través del tarot, las runas, la astrología y los registros akáshicos. En estas artes encontré no sólo una forma vivir otras vidas, sino una manera invaluable de entablar un diálogo conmigo misma sobre incógnitas que me obsesionan: las posibilidades de expresión de la experiencia humana (es decir, las mil formas que existen de vivir la vida) y la percepción de estados más sutiles de conciencia.
Sin embargo, conforme ganaba experiencia como tarotista y me hacía de clientes recurrentes, comencé a notar algo: puedes darle a una persona la respuesta más transformadora que puede recibir en el momento, pero no siempre va a tomar acción… y se convirtió en una frustración para mí. Quería encontrar una forma de lograr un cambio verdadero en mis consultantes, y ahí fue cuando descubrí el coaching holístico, una herramienta que me ha ayudado hasta a mí misma a conocerme mejor, hacerme responsable de mi vida y lograr cambios sostenibles. Poco a poco, esto se convirtió en Ferings, un lugar donde puedo unirlo todo: la escritura, la creatividad, la escucha y el acompañamiento.
Hoy, mi trabajo es ayudar a otras personas a reconectar con su historia y reescribir su propio guion de vida. Acompaño procesos de transformación con preguntas, símbolos y acciones que abren caminos nuevos. Me emociona ver cómo alguien encuentra claridad en medio del ruido, cómo una runa o una carta se convierten en llave, y cómo un pequeño cambio puede traer de vuelta la sensación de posibilidad.
Al final, no me convertí en todo lo que soñaba de niña. Pero encontré algo mejor: una forma de vida en la que puedo escribir, crear, acompañar, aprender y jugar. No soy astronauta ni estrella de cine, pero todos los días cruzo galaxias interiores y escucho historias más fascinantes que cualquier guion de Hollywood. Y eso, para mí, es serlo todo.